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Melina Martire

Una tarde con las hijas



Paradas frente al público las tres hermanas intentan hilvanar un discurso para honrar la memoria de su padre. Sin embargo lo que conocemos a partir de esta primera escena, es el carácter y punto de vista de cada una, y quedan en segundo plano los datos sobre la vida del progenitor. Como su nombre lo indica, Hermanas, de la catalana Carol López, se centra en la figura de cada una de ellas y el modo en que se relacionan e intentan comunicarse, cosa que por momentos se vuelve imposible. Es que son extremadamente diferentes. Inés, la mayor, la que simula constantemente que todo está bien aunque esté al borde de un ataque de nervios. Con una vida perfecta de publicidad televisiva, deja por un momento su burbuja para sucumbir a la organización de esta muerte, tarea que considera que debe llevar a cabo. Irene, la del medio, desconfiada, revolucionaria, amante de la fotografía, a medio camino entre la juventud y la adultez, en busca del amor real. Finalmente, Ivonne, la hermana menor, reparte su tiempo entre el deseo sexual y las drogas, desconoce la experiencia del dolor ante la pérdida, lo que la hace indiferente y despreocupada. Completa el cuadro familiar Isabel, la matriarca del alcoholismo, quien por momentos maneja muy bien la situación, y por otros no puede dejar de beber y caer en la ansiedad. También está Iván, el hijo adolescente de Irene, un muchacho ingenuo atrapado en un cuerpo adulto y sexualizado, que está descubriendo la vida. Y por último,  Alex, el nuevo novio de Irene, un hombre sencillo y simpático con buenas intenciones que llega en el peor momento.

Es muy interesante el recurso de la autora de llamar a todos los personajes relacionados por un vínculo familiar con la misma letra. En la repetición y rapidez verbal que caracteriza a la pieza, el espectador se pierde entre tantas I y por momentos olvida quién es quien. Acaso poca importa, porque cada uno despliega distintas formas de un mismo contenido, el vínculo filial los vuelve parecidos en sus locuras e, incluso, se transformará luego en una cuestión hereditaria que los une en mente y cuerpo.

Es el día del velatorio, ya sucedió lo peor, o al menos eso parece.  Las hermanas y la madre asisten a los invitados, van y vienen apuradas entre la cocina y el living, intentando conversar en el camino. En una escenografía inteligentemente dispuesta, que se despliega en forma rectangular, por donde los actores circulan en una misma línea horizontal, los espectadores pueden apreciar todo con gran cercanía. Sin embargo, esta aproximación, que también se da entre los personajes, no los ayuda a comunicarse. Se cruzan, se empujan sin querer, una frase se interrumpe a medio camino por los dichos de otro, mientras que otro comienza a hablar para luego olvidar lo que estaba diciendo. Este atolondrarse y desdecirse choca con la pasividad de la muerte como tiempo detenido. El padre ya no está, y las hermanas deberán encontrar otra forma de comunicarse con ellas mismas y con el mundo.

Es destacable el trabajo de María Figueras, que se luce por primera vez en el rol de directora, en cuanto a la construcción de las particularidades de los personajes, ayudada por las virtudes actorales de cada uno. Cada personaje tiene un andar determinado, una forma de hablar, un vestuario muy distinto y, sobre todo, una visión de la vida y una forma de enfrentar la muerte. Pero están unidos en las buenas y en las malas.

Hermanas establece un viaje muy entretenido, un ida y vuelta en el tiempo, entre el discurso de las hijas en el entierro, el velatorio y los sucesos posteriores. A través de este recorrido, se van develando secretos, rencores familiares, anhelos, frustraciones y engaños. Así como la casa se va desordenando, caotizando y añejando, del mismo modo los integrantes de la familia se desmoronan. Mezcla de tragedia, comedia, absurdo y ternura, la obra muestra la potencia de este universo femenino que se sostiene a pesar de las caídas.


Dramaturgia:Carol López

Actúan:Julia Catalá, Florencia Di Paolo, José Escobar, Tamara Kiper, Elena Petraglia, Nicolás Romeo

Vestuario:Ana Nieves Ventura

Escenografía:Franco Battista

Diseño de luces:Matías Sendón

Diseño gráfico:estudiopapier

Asistencia de dirección:Cecilia Milsztein

Prensa:Marisol Cambre

Producción ejecutiva:Brenda Schraier

Colaboración artística:Juan Branca

Diseño de movimientos:Juan Branca

Dirección:María Figueras

Sala:El camarín de las musas (Mario Bravo 960, CABA) – Viernes a las 23:00.


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