Dos primos comparten un asado y sus distintas visiones de mundo en un encuentro plagado de humor y ternura.
El piso colmado de hojas secas y algunas ramas tiradas, nos anuncian una historia al aire libre en Icho Cruz, una localidad cordobesa de unos dos mil habitantes. Mientras el personaje de Facundo Aquinos prepara el fuego, el de Nicolás Balcone llega con los insumos. Una buena carne (que tuvo que pelearle al carnicero para que la entregue), tres vinos y la picada de la previa.
Entre copa y copa, los dos primos se pondrán al corriente de sus vidas y recordarán, con nostalgia y humor, a los personajes de su tierra natal. El primero es un muchacho reservado, de vestir un poco anticuado, que se mudó a una zona más céntrica y ejerce su profesión de arquitecto. En cambio el mayor, más reo y extrovertido, se quedó en donde nació.
Enseguida se devela el conflicto principal de la obra. El encuentro se realiza en el patio de la casa de sus abuelos, porque la nona no les permite el acceso. Ni a ellos ni a ninguno de sus otros primos. Por eso cada uno busca la manera de entrar aunque sea al terreno para disfrutar de su hermoso conjunto de plantas y flores (un ambiente que los protagonistas recrean con mucha precisión y poesía). El contexto de la casa familiar abandonada sirve como excusa para que se dé una charla profunda entre los primos, mezclada con burlas como muestras de complicidad y cariño. Un vínculo que los actores construyen de a poco, en una gran interpretación actoral que logra arraigarse y ensancharse a cada momento, como los árboles del terreno.
Aquinos le confiesa a su primo que está enamorado de una vecina del pueblo, y Balcone deja ver los conflictos y miedos que le despiertan la reciente noticia de su paternidad. La conversación sobre sus inquietudes presentes descansa siempre sobre la base del pasado y la infancia. La negación de la abuela a entregar las llaves del hogar abandonado, despliega muchas preguntas sin respuesta: ¿cómo llegaron a ser lo que hoy son? ¿Qué vínculos y situaciones los marcaron para siempre? ¿puede uno despojarse de los objetos que siente propios?. El menor se escandaliza cuando se entera de que sus otros primos suelen entrar y llevarse cosas, lo siente como un robo. Pero el mayor no ve en eso ningún problema moral, ya que son cosas que de otro modo nadie usaría. Se expresan así dos visiones de mundo contrapuestas: la necesidad de recordar, poner en valor y preservar el pasado, versus el seguir adelante y guardar el pasado sólo en forma de recuerdo.
El estado de deterioro de la casa expresa de este modo la disolución de una idea de familia. Los resentimientos y peleas entre sus miembros mayores, los problemas económicos y las competencias encubiertas de cualquier grupo familiar, fueron minando ese lugar idealizado de la niñez desde el que todo el universo se veía perfecto e inmutable. Hoy son dos adultos que deben lidiar con situaciones que no estaban en sus planes, ese gusto agridulce que provoca tener que crecer. Por eso, el antídoto perfecto es reencontrarse con esas personas que son como la casa de la infancia, personas a las que siempre queremos volver.
Ficha técnico artística.
Dramaturgia: Candelaria Sesín.
Actúan: Facundo Aquinos y Nicolás Balcone.
Vestuario: Paola Delgado.
Escenografía: Paola Delgado.
Iluminación: Adrian Grimozzi y Candelaria Sesín.
Diseño: Agustina Suarez.
Fotografía: Agustina Suarez.
Diseño gráfico: Lara Olarieta.
Asistencia de dirección: Romina Young.
Prensa: Carolina Alfonso.
Producción: Elis Danoviz.
Colaboración en dramaturgia: Nicolás Balcone y Julián Marcove.
Dirección: Candelaria Sesín
Sala: Espacio Sísmico (Lavalleja 960, CABA).
Funciones: jueves 21hs
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