Juan Mako escribe y dirige la obraLas encadenadas, un relato sobre habitantes desplazados, una catástrofe nacional y tragedias personales que nos unen en el límite del olvido.
El título de la obra refiere al sistema de Lagunas Encadenadas del Oeste del que forma parte el Lago Epecuén, sitio de turismo recreativo y terapéutico termal que conoció épocas de gloria hasta la década del ’80. Luego, una inundación muy grande, sumado a las obras de infraestructura no terminadas, sumergieron al pueblo de Epecuén en las ruinas y el olvido, tras ser evacuado. Pero comprendemos el otro significado subyacente del título a medida que avanza la obra. Las encadenadas es una apuesta teatral original por su temática y su propuesta escenográfica. Cuenta de manera simple un relato poco abordado, el de los sobrevivientes, pasando de la comicidad a la tragedia gradualmente.
Graciela y Esther son dos empleadas del cementerio municipal del pueblo de Carhué (lindero con Epecuén) en donde trabajan hasta largas horas de la noche. En ese sitio que luce casi abandonado, Esther está a cargo del horno crematorio y Graciela lleva a cabo la tarea administrativa de documentar los fallecimientos, los cuerpos cremados, las entradas y salidas.
A pesar del monótono y rutinario trabajo, las empleadas encuentran lugar para las conversaciones banales y los chistes. Graciela toma nota de los ingredientes de una receta que la grita Esther desde el interior del horno –momento desopilante, que despierta la risa del público– mientras mezcla los comentarios culinarios con las referencias a los cuerpos de los fallecidos y sus tiempos de cremación. En charlas banales se cuelan comentarios sobre sus vidas íntimas. Graciela vive el presente, se muestra alegre e incluso un poco ingenua cuando las circunstancias lo ameritan, trata de no recordar para no sufrir. Mientras que Esther tiene a flor de piel las heridas de la inundación, la muerte de los seres queridos, la pérdida de los objetos materiales y el resentimiento hacia los funcionarios involucrados. El agua las desplazó de Epecuén pero las dejó justo en el margen, en ese límite difuso entre el pasado y el presente que no les permite avanzar. Ellas siguen encadenadas a esa historia, son lo que quedó de la catástrofe.
Lo liminal también se expresa a través de ese sutil guiño de la puesta en escena que vincula el fuego y el agua. Adentro el calor del horno las asfixia, afuera se desata esa noche una tormenta. En las orillas de la inundación ellas sobreviven gracias a las llamas crematorias.
El tercer personaje es Arismendi, el director del cementerio y jefe de las mujeres. Pero gran parte de la obra transcurre en su espera. Graciela y Esther imaginan cómo le van a pedir un aumento de sueldo, o cómo le van a hablar de la extensa jornada laboral y de la falta de recursos. Pero él llega con otros planes. Involucrando directamente a Esther en sus asuntos personales, su llegada da un giro inesperado a la historia.
Como si la catástrofe los hubiera unido irremediablemente en un presente estancado y oscuro, los personajes deberán torcer ese destino y decidir un camino a seguir para sortear el naufragio y soltarse de esa cadena invisible, o hundirse.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Juan Mako.
Actúan: Cecile Caillon, Claudio Depirro, Mónica Driollet y Diego Torben.
Vestuario: Paola Delgado.
Diseño de escenografía: Sol Soto.
Diseño de luces: Alejandro Le Roux.
Diseño De Sonido: El Pájaro Films.
Realización de escenografía: Sol Soto.
Fotografía: El Pájaro Films.
Diseño gráfico: Otra Producciones Escénicas.
Asistencia artística: Tobías Cortés.
Producción ejecutiva: Otra Producciones Escénicas.
Supervisión dramatúrgica: Gabriel Fernandez Chapo.
Dirección: Juan Mako.
Sala: Abasto Social Club (Yatay 666, CABA).
Funciones: Viernes 21hs
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