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Melina Martire

Sobrevivir a la Navidad

La obra Angá Rodolfo dirigida por Matías Gómez transcurre en la víspera de navidad.  Un hombre se prepara para recibir, sin compañía, otro nuevo año. Las cartas navideñas son cada vez menos, mientras que la ansiedad y la tristeza ante la soledad resultan cada vez mayores.

Rodolfo es un hombre de campo de casi cuarenta años, vive con su gato Cambá que tiene la costumbre de acercarse al hogar solamente para comer. Bombacha de campo, alpargatas y un tono amigable de palabras estiradas, que esconden una profunda depresión. Rodolfo se enfrenta nuevamente al festejo navideño solo. Oye una voz interna que lo perturba, lo cuestiona, lo desestabiliza, y ante la cual intenta dar explicaciones sensatas. La voz es expresión de la mirada de los demás, de la presión que le genera el vínculo con los otros.

El año pasado recibió diez cartas navideñas, otros años incluso veinte, este año sólo seis sobres cuelgan del pelado arbolito. Imagina el ruido del buzón cuando pasa el cartero pero el deseo no se concreta. Decide entonces hurgar en una caja en la que guarda las cartas de años anteriores. Su plan es poner las cartas viejas en el árbol navideño, aquellas que no tienen fecha visible, para disimular la trampa. ¿Para qué? ¿Para quién? Hace rato que Rodolfo no recibe visitas, ni le debe explicaciones a nadie. Sin embargo, siente que debe fingir y argumentar frente a esa voz que no lo deja en paz.

Angá Rodolfo parte de las reflexiones sobre las cartas navideñas recibidas, y hace un recorrido por las historias de los destinatarios y remitentes en los cuatro días previos al evento, en los que el protagonista va progresivamente cayendo en un estado de angustia, ansiedad y locura. No sin sufrir un gran estrés al borde del colapso, marca el número telefónico de una ex novia a la que termina maltratando. Prueba luego con un ex compañero de colegio y con su madre. A todos intenta decirles que quiere pasar las fiestas con ellos, pero no logra transmitir el mensaje. Su voz se entrecorta, sus manos sudan, su cuerpo se tensa. Como el jardín que rodea la casa, en el que crecen malezas que lo invaden, Rodolfo dejó crecer dentro de sí resentimientos, tristezas y palabras ahogadas que ya no puede soltar.

El incremento de la tensión es acompañado por un cambio físico en el que la prolija vestimenta del comienzo se derrumba junto con el personaje, hasta quedar en ropa interior. Un clima melancólico y a la vez violento se produce gracias a la hermosa música en escena de Diego Salvatierra en voz, guitarra y percusión.


El actor Ricardo Torre encarna a este personaje complejo de manera magistral. Un hombre que tiene bronca, que llora, que se ríe irónicamente, que pide auxilio. Un hombre que desprecia las convenciones sociales del saludo, el encuentro, el llamado, pero que a su vez las necesita.

La Navidad llega y la voz interna crece, lo aborda desprevenido y lo empuja al abismo. El alcohol y los calmantes sólo le sirven para dejar de escucharla, mientras se tiesa embobado frente al televisor.

Como las confituras navideñas bañadas en chocolate, que se destiñen en un rinconcito abandonado del plato porque todos están muy llenos o muy ocupados para prestarles atención, Rodolfo se queda en una esquina viendo pasar la fiesta ajena. De él dependerá salir o no de la oscuridad.


Ficha técnico artística:

Actúa: Ricardo Torre.

Música original: Diego Salvatierra.

Fotografía: Felipe Castro.

Diseño gráfico: Felipe Castro.

Asistencia de dirección: Nadin Jezabel Gulman.

Prensa y difusión: Kazeta Prensa.

Dirección: Matías Gómez.

Sala: Teatro La Lunares (Humahuaca 4027, CABA).

Funciones: lunes 21:30 hs


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