No estoy asustada. Permanecemos despiertos, ahora la lluvia golpea, lo haremos poco a poco y con cuidado.
Si pensara que esto jamás volverá a ocurrir, me moriría.
Pero es falso, nadie muere por falta de sexo. Es por falta de amor por lo que morimos. Aquí no hay nadie a quien pueda amar, toda la gente a la que amo está muerta o en otra parte. ¿Quién sabe dónde estarán o como se llamarán ahora?. Quizás no estén en ninguna parte, como yo según ellos. Yo también he desaparecido.
(El cuento de la criada. Margaret Atwood)
Una maestra anticuada, tímida y pudorosa vive con Guillermina, su hija adolescente, en un pequeño departamento. Allí todas las tardes debate con su hermana menor, también maestra, pero más extrovertida y resuelta que ella, sobre temas banales y cotidianos. Ve pasar la vida como por una ventana, no la transita. Sin riesgos, sin compromiso, sin emociones, sin amor. Pero la cercanía con la muerte lo cambiará todo.
A fines de los años ’80, María (Lorena Vega), la docente que vive en un pequeño pueblo en el que nada parece suceder, recibe la peor noticia: tiene leucemia y le quedan pocos meses de vida. Esa notificación es un disparador emocional para ponerse en marcha, como preparación para la partida. Emprende la tarea de filmar una película pornográfica, asistida por Lili, la dueña del video club del barrio (Maruja Bustamente) y por su hermana (Flor Dyszel). Para ello invitan a participar a Gino Potente (Agustín Rittano) un actor estrella del universo porno, que María conoció a través de las películas que le alquilaba a Lili.
Desde el inicio y durante las casi tres horas de duración, Todo tendría sentido si no existiera la muerte es un torbellino de emociones y acciones que no da respiro. Múltiples escenas con entradas y salidas constantes, cambios bruscos de luz y modificación de la escenografía. A su vez, un cuidado especial puesto en la estética y el vestuario; con una recreación perfecta de la época y el estilo de vida de estas mujeres.
La ubicación temporal y el desarrollo lineal de la historia permite jugar con un plan que hoy no reviste demasiada dificultad, como puede ser filmar una película casera. El videocasette, la batería, la camára, la luz y el problema con la grabación del sonido son obstáculos que sortear y, a la vez, son elementos que conectan al público adulto a través de la nostalgia con esa época en la que crecimos.
El texto de Mariano Tenconi Blanco atraviesa el melodrama y lo exacerba aún más a través de la dirección de actores de la que también se hace cargo. Los actores son portadores de una energía inusualmente arrolladora, como si cada escena fuera la última. La obra se toma muy en serio, en la temática y en la interpretación, a la muerte como motor de búsqueda.
Ya en Las Lágrimas y ahora en su otra obra en cartel La vida extraordinaria, Tenconi abordó el género melodramático para hablar de mujeres fuertes, en los que la amistad tiene un rol importante.
Pero entre la risa y el llanto que producen estos personajes tan rotos como conmovedores, se cuela la reflexión social y política por el rol de la mujer en la sociedad. ¿Por qué es audaz pensar a una moribunda como ideóloga y partícipe de una película porno? Porque va en contra de lo establecido y de lo que la sociedad espera de ella.
Los cuidados paliativos se chocan con el deseo de ese cuerpo enfermo que no se sintió libre de gozar hasta que se encontró con la muerte. El cuerpo femenino como objeto de la hegemonía masculina se subleva y revierte las posiciones. Se hace protagonista, toma decisiones, disfruta, avanza y cuestiona.
También hay tiempo para hablar del aborto, del abuso sexual, la violencia de género, la homofobia. El embarazo de Guillermina, que carga luego de un encuentro sexual con Gino, atravesado por una relación de poder claramente patriarcal, abre, hacia el final de la puesta, otro tema que revoluciona a la familia. Finalmente, la unión femenina hará que María atraviese de la mejor manera posible sus últimos días.
Todo tendría sentido si no existiera la muerte es una obra esperanzadora, que mira de frente al fin de la vida y lo cuestiona. La muerte representa a su vez las formas de violencia social (machismo y misoginia) que las protagonistas de esta historia intentan combatir con deseo, con amor y con mucho humor.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Mariano Tenconi Blanco
Actúan: Maruja Bustamante, Flor Dyszel, Bruno Giganti, Agustín Rittano, Juana Rozas, Lorena Vega
Vestuario: Cecilia Bello Godoy, Johanna Bresque
Escenografía: Oria Puppo
Iluminación: Matías Sendón
Musicalización: Mariano Tenconi Blanco
Música original: Ian Shifres
Fotografía: Ariel Feldman, Sebastián Freire, Xavier Martín
Diseño gráfico: Gabriel Jofré
Meritorio de dirección: Ana Schimelman
Asistencia de escenografía: Florencia M. Tutusaus
Asistencia de iluminación: Sebastián Francia
Asistencia de vestuario: Elisa D´agustini
Asistencia De Producción Ejecutiva: Euge Tobal
Asistencia de dirección: Maxi Muti
Prensa: Luciana Zylberberg
Producción general: Carolina Castro
Coreografía: Jazmin Titunik
Dirección: Mariano Tenconi Blanco
Sala: Teatro Payró (San Martín 766, CABA).
Funciones: Sábados 20hs / Domingos 19hs. Hasta el 02/12
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