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Melina Martire

Navegar en la argentinidad

Historia sobre un destino mal otorgado. Una confusión que termina mal. Los relatos de Ulises, el héroe trágico, mezclados con la idiosincrasia argentina en un pequeño club en el Río de la plata.




La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa.

Karl Marx. El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte



Recuerdo las ferias escolares, esas kermeses en las que cada uno llevaba algo para vender, y el patio del colegio estaba adornado con globos, guirnaldas y dibujos de los chicos colgados de las mesas previamente preparadas. Remar tiene algo de ese universo infantil, de las maquetas armadas torpemente, de la invitación a completar con la imaginación lo que no está presente.

Remar, un destino impropio pone en escena al director de un club de remo en decadencia en el Delta del Tigre que acepta la apuesta de un club italiano para realizar una carrera de remo clandestina, quien gane se quedará con su querido Gallo Fiambre Boat Club. Para ello dispondrá de la colaboración forzada de Boris, un carpintero de la institución que poco y nada sabe sobre el arte de remar. Las cosas se complican cuando los dos solitarios hombres sobre su barquito se topan con Anuk, un misterioso hombre que, representando a Poseidón, introduce la historia de La Odisea en la trama. Confundiendo a los remeros con Ulises, quien dejó ciego a su hijo, y su acompañante, se une a su viaje para guiarlos por tierras extrañas y desviarlos del camino de regreso a su tierra natal como condena por sus actos.

Al ingresar a la sala los tres actores reciben a los espectadores parados delante de una cortina vieja con bordados de imágenes que remiten a lo marítimo. Mientras Boris toca el acordeón, Anuk-Poseidón anuncia el comienzo de la operetta al grito de “lloren chicos lloren” con una máscara de pez, y Esteban Rawson observa atentamente a todos. En esta introducción los actores están instalados en un espacio-tiempo intermedio entre la ficción y la realidad, reforzando la idea que lo que veremos a continuación es sólo una historia. Sin embargo, sus expresiones corporales son las propias de los personajes que interpretan. Esta tensión entre los dos mundos se puede ver también en los elementos escénicos. Una enorme lona clara cubre la pared de fondo y continúa sobre el piso del escenario, delimitando así el espacio de la ficción, por fuera de ella no circulan los actores. Un barco de madera excesivamente cuadrado que no podría sostenerse en el agua, una red de pesca barata que parece de juguete, los remeros con shorts pequeños que sirven para estar a la moda pero no para una odisea en mar abierto, y Poseidón con un inexplicable atuendo polar de campera de piel que defiende diciendo que lo usa por convención cultural. Una serie de contradicciones que podrían forzar lo inverosímil pero, gracias a las actuaciones y el ritmo de la obra, lograron llevarme  a un viaje imaginario al medio del mar.




La dramaturgia de Mariano Saba, quien también se hace cargo de la dirección, es clara, directa y despliega nuevos sentidos y relaciones en cada frase. Tomó la correcta decisión de mostrar sólo lo esencial del relato homérico, trayendo al presente las figuras de víctima y victimario, para narrar el modo en que Remar, un destino impropio teje vínculos con la historia de nuestro país, el modo de ser argentino y el contexto económico y social. Boris y Rawson reciben un destino trágico por error, aunque los lugares que ocupan en la escala social fueron determinantes. Si el capitán no se hubiese obstinado en aceptar la apuesta sólo para no manchar su buen nombre y honor, no se hubiese visto expuesto a tal confusión. Mientras que el acompañante no tuvo otra opción que aceptar la aventura como promesa de pago por su salario atrasado, en caso de que ganen.

Subyace al estar remando la idea de que siempre hay que pelearla, salir adelante, atravesar adversidades, al igual que Ulises. Una cultura del esfuerzo constante, porque lo que no se gana con el sudor de la frente no tiene el mismo sabor. Pero ese esfuerzo pareciera ser siempre adjudicado a un individuo si es positivo y, si es negativo, al conjunto de los sujetos involucrados, como sucede en el plano político sin ir más lejos. Miro en detalle, veo que vamos todos en el mismo bote, la historia de un país es una suma de sucesos en la que todos estamos involucrados. Los sueños e ilusiones individuales constituyen los fragmentos de una historia común a toda la humanidad. Es por ello que en el inconsciente colectivo se hallan los arquetipos que dan fundamento a los mitos, cuentos y leyendas que dan forma a La Odisea.

Los dos hombres no tienen éxito, cada idea que tienen no da el resultado esperado, están hambrientos y desesperados. Aparece Anuk en una tierra lejana a donde fueron arrastrados como resultado de una sudestada, y les pide unirse a su viaje con la excusa de conocer el camino de regreso a casa, aunque su hogar no queda en el mismo lugar que el de ellos. Otra pequeña confusión terminológica que los desviará hasta Alaska, donde el guía finalmente los abandona a su suerte. Lo interesante de la propuesta de Saba es que no aborda el regreso de Ulises a Ítaca, su tierra natal, sino que detiene el relato en el naufragio, en un deambular constante que expresa de manera esclarecedora y poética el movimiento circular de la historia argentina, que se caracterizó por ciclos en los que se debate entre caer y recuperarse.

Pero la tragedia de lo cíclico se pone en diálogo con la farsa, generando una gran comicidad que potencia la obra. El personaje del dios de los mares es el que principalmente se ubica en este género. Introduce una situación poco probable, el disfraz, la confusión de identidad, el juego de palabras, miradas y guiños al público para mostrar lo burdo de su engaño. De este modo, lo fantástico se mezcla con lo verosímil para lograr Remar: un collage de temas y registros personales para pensarse como país.


Ficha técnico artística

Dramaturgia: Mariano Saba

Actúan: Mariano Gonzalez, Hernán Melazzi, Gustavo Sacconi

Vestuario: Paola Delgado

Escenografía: Paola Delgado

Máscaras: Gustavo Garabito

Diseño de luces: Ricardo Sica

Diseño gráfico: Andrés Kyle

Entrenamiento corporal: Laura Vago

Asesoramiento De Movimiento: Laura Vago

Asistencia de dirección: Mariela Selicki

Dirección: Mariano Saba

Sala: Sportivo Teatral (Thames 1426, CABA).

Funciones: Domingos 20hs.



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