El grupo teatral Los Pompapetriyasos pone en escena un clásico de Roberto Arlt para visibilizar a esos personajes marginales que sueñan para escapar de un destino injusto.
La obra Trescientos millones fue escrita por el encargo de Leónidas Barletta, director del Teatro del Pueblo. Tuvo su estreno el 1932 y es la primer obra dramática del gran autor Roberto Arlt. La concibió a partir de un hecho que lo impactó particularmente. En su época de periodista tuvo que cubrir un episodio policial para realizar la posterior crónica: una joven inmigrante que trabajaba como sirvienta en una casa de familia, luego de permanecer toda la noche sin dormir, decidió terminar con su vida arrojándose bajo las ruedas del tranvía. A partir de dicha historia, Arlt escribió esta obra sobre “una pobre muchacha triste que, sentada a la orilla de un baúl, en un cuartucho de paredes encaladas, piensa en su destino sin esperanza, al amarillo resplandor de una lamparita de veinticinco bujías”, como señala el autor en el prólogo de Trescientos millones.
Arlt eligió en su relato dejar atrás el sueño inmigrante de venir a Argentina a hacer la América –a progresar y triunfar– para mostrar el fracaso de aquellos ideales junto con la consecuente incapacidad de salir adelante. En su obra expone las condiciones alienantes de vida y la victimización de este grupo gracias al maltrato de quienes se aprovecharon de su situación. El personaje protagónico es Sofía, una mujer trabajadora que es maltratada por su empleadora al tiempo que recibe una pésima paga y es abusada por el hijo de ésta. Su única escapatoria es la imaginación. Por eso, en los escasos momentos libres, sueña una vida paralela en la que ella se vuelve rica, reconocida y con la oportunidad de formar una familia.
Con esta historia Los Pompapetriyasos –el grupo comunitario que lleva quince años trabajando en el barrio de Parque Patricios– realiza la puesta Porque va lejos. En su propio espacio teatral, el grupo pone en escena una versión sumamente interesante de la obra de Arlt, una propuesta que no da respiro a todas las emociones que despierta en el espectador. Con una amplia trayectoria de trabajo en plazas y espacios no convencionales, el grupo de más de cincuenta actores, eligió en esta ocasión reducirse momentáneamente para el montaje de la nueva obra.
El espacio está ocupado por unas pocas valijas y cajas, de ellas surgen los personajes de humo, esos fantasmas que tienen como trabajo representar los sueños de los soñadores. A lo largo de la obra, estos elementos se resignifican y son utilizados para todo lo que la escena requiera. Los personajes se quejan de su ocupación, están cansados de las exigencias de su ama, se burlan de ella, de su condición social y de su imaginación empobrecida. Son cínicos, critican a Sofía por sacarlos de su lugar de origen y hacerlos representar situaciones que les resultan sumamente inverosímiles y absurdas. Mientras que para ella, condenada a aceptar su destino arbitrario de clase baja trabajadora, estos momentos de ensoñación representan no sólo un espacio íntimo en el que liberar las frustraciones y dejar volar la imaginación, sino también el ámbito de evasión de una realidad no deseada. Los personajes de humo se encuentran en un espacio-tiempo distinto al de la protagonista y, al igual que ella en su dormitorio, ese pequeño momento es el que utilizan para relajarse, para quejarse y para vincularse entre sí.
Sofía crea un tercer espacio-tiempo, distinto al de los personajes de humo y al de su realidad de sirvienta, en el que sueña que recibe una herencia de trescientos millones. Con ese dinero viaja en barco, conoce el mundo y se encuentra con su príncipe azul. Interpretada magistralmente por Syria Simone, esta muchacha sin suerte que intenta escapar de la muerte conmueva al espectador. Gracias a lo aprendido en las baratas novelas de entrega que lee en sus ratos libres, elabora una historia enredada con muchos obstáculos. Al igual que su vida real, sus sueños no están exentos de problemas. Luego de recibir el dinero, sufre la pérdida de su esposo y su hija es secuestrada. Si bien la recupera, después siente su pérdida cuando ella se independiza, y Sofía –ya mayor– vuelve a quedarse sola. El final trágico se avecina.
La puesta en escena del grupo Los Pompapetriyasos es sumamente original. Con un escenario rodeado en forma semicircular por telas de distintos tonos, que son atravesadas por los personajes para entrar y salir, crean ese universo onírico y a la vez oscuro que impregna el texto de Arlt. Consiguen un estilo único, apoyados también en la iluminación de ese espacio y en el particular vestuario por el que se destacan principalmente los personajes de humo.
Trescientos millones es una obra compleja, con muchos personajes y tiempos distintos, que Los Pompapetriyasos logran sintetizar a la perfección. Sin caer en lugares comunes, en sentimentalismos ni en crítica absurda, mantienen ese equilibrio de entretenimiento, humor negro, ironía y profunda reflexión sobre la dura vida de los inmigrantes, sobre la sociedad y las relaciones de poder que la atraviesan.
Ficha técnico-artística
Actúan: Syria Simone, Paola Tazzioli, Silvina Bouzas, Pablo Corradi, Juan Cruz Laplacette, Gastón Jeandet, Nadia Oñatibia, Mariana Berger, Camila Calvi, Carlos Gonzalez y Eduardo Sábato.
Dirección de Arte: Paola Tazzioli.
Realización: Silvina Bouzas y Leticia Lapeña.
Vestuario: Marcela Tazzioli.
Música original: Esteban Ruiz Barrea.
Iluminación: Alejo Defalco.
Maquillaje: Silvia Zavaglia.
Asistencia técnica: Sol Rieznik Aguiar y Fernando Silvestri.
Fotografía: Carlos Villoldo.
Diseño: Sebastián Desalvo.
Comunicación: Mariana Berger.
Dirección: María Agustina Ruiz Barrea.
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