«Todo el mundo dice que son los jóvenes los que sueñan y fantasean, pero no es verdad. Lo de los jóvenes no son sueños sino proyectos y esperanzas. Las cosas que imaginan son todas realizables… Unicamente los viejos imaginan cosas que nunca ocurrirán: inventan un futuro que no será y recuerdan un pasado que no puede volver”.
Furio Bordón – Las últimas lunas
Luego de tantos años, ¿conocen los hijos a sus padres y viceversa? ¿Cómo incorporar a la vida familiar a los mayores? ¿Qué reflejo nos devuelve la vejez que nos resulta tan incómodo?
Un hombre de la tercera edad se prepara para ir al geriátrico, las charlas nostálgicas con su esposa fallecida y el vínculo escaso y tirante con su hijo. La historia que narra Las últimas lunas es una historia que podría repetirse, con algunas diferencias, en muchos hogares de muchos lugares del mundo -de hecho, en el transcurso de la obra no se conocen los nombres de los personajes, simplemente son hijo, papa y esposa/madre-. La obra, escrita por el italiano Furio Bordón, fue curiosamente el último trabajo teatral que realizó Marcelo Mastroianni.
La puesta de Susana Hornos, quien también es protagonista de la obra, es modesta pero eficaz. Un dormitorio con placard, cama, una silla y un toca discos antiguo, se mezclan en paredes con dibujos de Pluto y el pato Donald -el abuelo dio su cuarto a su nieto mayor como regalo y mientras tanto se quedó en este cuarto hasta su partida-. Un espacio que, intencionalmente, se percibe impersonal y frío, dando cuenta de la distancia que separa a padre e hijo en una casa que ya no pertenece al mayor de la familia.
Este conflicto que surge al interior de las familias de qué hacer con nuestros mayores no es nuevo. Se desata a partir del aumento de la llamada esperanza de vida, de la mayor carga horaria laboral de los integrantes de la familia, de espacios de convivencia mucho más pequeños y de una brecha generacional que se estira cada vez más, entre otras cosas. Pero no existen ni santos ni culpables, cada parte del conflicto tiene su postura tomada y Las últimas lunas lo deja en claro, cuestionando con humor y sencillez los últimos años de la vida de un hombre. El abuelo, interpretado por Federico Luppi, sólo dialoga con sinceridad y seriedad con quienes no pueden responderle verdaderamente: su esposa muerta hace cuarenta años, que aparece en forma de fantasma y una planta de albahaca, mientras que se muestra reacio y desconfiado con todos los demás. Él tomó la decisión de irse a un geriátrico aunque realmente no está convencido de ello, quiere quedarse en la casa pero jamás lo dirá. Es así que llega el día de la despedida, el hijo intenta hacer todo rápido y de forma mecánica, sin el menor compromiso emocional con la situación, mientras cree que la mejor opción es que los nietos y nuera no vean partir a su padre, a los chicos les dirá que el abuelo se fue de vacaciones. Momento que se torna tragicómico porque el padre lo indaga con ironía sobre cómo es ese hermoso lugar donde va a ir a vacacionar con sus amigos.
La siguiente escena se desarrolla ya en el geriátrico, un lugar sórdido y desordenado, donde la luz entra por unas pequeñas ventanas en el techo. Allí Luppi desarrolla un hermoso monólogo sobre su vida, y sus sueños frente a su pequeña plantita. Se pregunta por qué han dejado de verlo como el hombre que era pero tampoco lo ven como el anciano que es hoy, como si no existiera.
Quizás esta última escena sea un agregado innecesario, por su tono fatalista y trillado. Ya la primera parte tenía todos los condimentos necesarios para contar esta hermosa historia. Otra cuestión que resta un poco es la sala elegida, porque al ser muy grande el sonido se pierde. Se trata de una obra intimista, con algunas frases dichas casi en voz baja, que requiere de un espacio más acogedor donde poder apreciar mejor los tonos y gestos de los protagonistas. Sin embargo, la actuación de Luppi, con sus palabras a veces dubitativas y entrecortadas y un humor muy particular, dan un buen cierre a la obra.
Autoría:Furio Bordon
Actúan:Susana Hornos, Federico Luppi, Ramiro Vayo
Escenografía:Eliana Sanchez
Diseño de luces:Pedro Zambrelli
Fotografía:Gianni Mestichelli
Diseño gráfico:Yael Silva
Asistente de producción:Lucía Tomas
Asistencia de dirección:Lucía Tomas
Prensa:OCTAVIA Gestión Cultural y Comunicación
Producción general:Susana Hornos, Pablo Silva
Dirección:Susana Hornos
Sala:Centro Cultural de la Cooperación (Avenida Corrientes 1543, CABA)
Funciones: Viernes a las 20:00.
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