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Melina Martire

La vida, eso que pasa mientras estamos en el baño

Pescando en la bañera es una obra existencialista y delicada, que navega a través de metáforas para reflexionar sobre los vínculos humanos mediados por la búsqueda de aceptación, la mentira y la violencia.

Siete personajes sentados frente al público en una tarima miran con desconcierto el espacio, no saben dónde están ni cómo llegaron, tampoco por qué motivo. Se presentan con sus nombres, algunos se conocen entre sí. Oyen el sonido del agua y creen estar cerca del mar. Al comienzo, sólo una de las mujeres parece saber de qué se trata y –a modo de prólogo– desenvuelve un monólogo conmovedor en donde se pregunta: por qué elegimos lo dañino, por qué nos callamos, por qué nos resignamos y por qué dejamos pasar oportunidades.

En la obra Pescando en la bañera, se suceden varias historias: por separado cada uno de los personajes expone las vivencias previas a su llegada a este no-lugar. Todas ocurren en el ámbito del baño –sitio íntimo por excelencia– donde cada uno dejará fluir sus sentimientos más profundos. Una mujer adicta al casino con un marido golpeador y miserable. Una artista plástica que vive rodeada de lujos y adulaciones que se olvidó de mirar a los más cercanos. Una pareja agobiada y depresiva que sigue junta por miedo a la soledad. Un hombre que no puede revelarle su homosexualidad a su novia, mientras el amante espera a que tome la decisión correcta. Todos están ante un abismo que no pueden negar pero tampoco atravesar. Hacer conscientes esa realidad implicaría aceptar sus debilidades y errores, pero sobre todo aceptar que quieren elegir algo distinto de lo que la sociedad les exige.

Las escenas se desarrollan de manera independiente como pequeñas historias dentro de una más grande que es la obra en su totalidad. Cada protagonista lidia –entre bañera, inodoro y espejo– con los otros, y al mismo tiempo con sus demonios internos. Al finalizar una historia inmediatamente después comienza la otra, pero no se vinculan (lo cual sería bueno para expresar el motivo que los une). Sólo al comienzo y al final de la obra se juntan todos los personajes, es por eso que los momentos en que un personaje se demora en el baño, mientras la otra historia está por empezar, son muy interesantes y captan la atención del espectador.

A través de una narración metafórica, el director Leonel Dolara elige mostrar hechos puntuales para que la atención del espectador no se centre del todo en ellos: la violencia física se expresa a través de la danza, y la escena de sexo a través de lo culinario. Así, mediante una elección muy acertada, sintoniza a la perfección la sutileza y elegancia que tiene la puesta, junto al impecable diseño del vestuario y la escenografía.

La vestuarista Jessica Menendez desarrolla un conjunto de prendas armónico y funcional, con ropas de aire vintage y en tonos de azul y celeste, que sintonizan con la temática del agua. Mientras que el ya célebre escenógrafo e iluminador Gonzalo Córdova, da volumen y complejidad a la historia con una particular instalación. La misma se encuentra alrededor de la bañera y crea espacios de circulación en distintas alturas: allí se centran diferentes momentos de las escenas destacados con la iluminación.

El abismo es la bañera, ese lugar ante el cual todos se encuentran en un espacio-tiempo indefinido. Pescando en la bañera nos habla de una contradicción (ya que el baño no es el lugar apropiado para pescar): la de buscar una respuesta en el lugar incorrecto, de pedir donde no dan, de simular y engañar donde todo se devela, y de esperar algo en donde nada surge.



Ficha técnico artística

Autoría: Leonel Dolara.

Actúan: Bruno Alarcon, Rosella Bosco, Mariano Cáceres, Julián Calviño, Gabriela Del Mar, Jimena La Torre, Stella Minardi, Victoria Rodriguez Montes, Antonella Piersanti y Diego Viquez.

Vestuario: Jessica Menendez.

Escenografía: Gonzalo Córdova.

Iluminación: Gonzalo Córdova.

Música original: Leonel Dolara.

Efectos especiales: Mago Fakiri.

Diseño gráfico: Hernán Álvarez.

Asistencia de dirección: Analía Paz.

Prensa: Laura Brangeri.

Producción ejecutiva: Gabriel Cabrera.

Producción: Adrian Caramielo y Leonel Dolara.

Coreografía: Stefania Melero.

Puesta en escena: Leonel Dolara.

Dirección: Leonel Dolara.

Sala: El Kafka (Lambaré 866, CABA).

Funciones: Viernes 20hs


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