El Manco es un hombre que resiste la destrucción de una ciudad ya inundada, arraigado en el techo de su casa… hasta que por obra del destino, recibe la visita inesperada de dos hombres que van a parar a su hogar: el Ruso y Ruber-Ruber. Quien planeaba terminar sus días solo en ese paisaje abandonado, ahora deberá convivir con dos extraños. En La mar chiquita pululan sueños, ideas alocadas, disputas y silencios de tres seres al borde del abismo.
La mar chiquita –con autoría de Lionel Arostegui y Lautaro Metral, y dirección de Juan Martín Zubiri– parte de la historia real del crecimiento desmedido de la laguna cordobesa en los ‘70, que produjo la inundación y destrucción de gran parte de las edificaciones de la zona. Estos hechos son sólo la base de la obra, ya que a partir de allí se desprenden situaciones cómicas, casi fantásticas –como un helicóptero que se acerca para dejar una carta del Papa o un juego de tutti-frutti para disputar decisiones importantes–, mezcla de aventura de niños inocentes con una pizca de humor, ironía y conflictos a punto de estallar. Mientras el Manco hace sentir su poder por ser el dueño de la casa, el Ruso busca incansablemente todos los objetos e ideas útiles para salir de allí, y Ruber-Ruber se refugia en la esperanza de salvación de la mano de las palabras papales. Pero no están solos. Frente a ellos, en un barrio cercado por rejas, viven “los del valle”: gente bien que entretiene sus días con excursiones cerca del alambrado, desde donde pueden observar y fotografiar a los sobrevivientes. Esta situación cómica e insólita trastoca el orden de la lógica, ya que lo extraño no es que “los del valle” vivan cercados sin ayudar a los refugiados, sino que lo raro pasan a ser los tres supervivientes, como animales acuáticos de exhibición.
El clima metafórico que genera la puesta en escena en su conjunto remite a un cuadro, y más precisamente, a La persistencia de la memoria de Salvador Dalí. Allí, relojes que perdieron su funcionalidad se derriten al sol en medio de un clima desértico. Del mismo modo, La mar chiquita parece –por momentos– un mal sueño de catástrofe y resistencia donde el tiempo se vuelve elástico e irreal.
Una delicada y poética iluminación que recrea el ambiente costero, y una escenografía perfectamente lograda, son las herramientas fundamentales para estos tres actores que caminan por las pendientes del techo a dos aguas, resistiendo, cada uno a su manera.
Como un ensayo teatral que se equilibra perfectamente entre momentos de choque físico, movimientos enérgicos, aprovechamiento del espacio, instantes reflexivos mezclados con álgidos debates y disputas, la obra lleva al espectador por un viaje a las profundidades de la convivencia de los hombres en situaciones extremas. ¿Qué harías si todo aquello sobre lo que se sostiene tu vida se hunde inevitablemente?
Ficha técnico artística
Autoría: Lionel Arostegui y Lautaro Metral.
Actúan: Lionel Arostegui, Lautaro Metral y Renzo Morelli.
Vestuario: Lucila Rojo.
Escenografía: Lucila Rojo.
Producción ejecutiva: Loli Crivocapich.
Dirección: Juan Martin Zubiri.
Sala: El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034)
Funciones: Viernes 21hs
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