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Melina Martire

La literatura se transforma en carne de res



Tres hermanas de una familia aristocrática terrateniente que da sus últimos suspiros se debaten si vender o no el poema gauchesco inédito que dejó su difunto padre. A través de un intermediario, saben que una Universidad de Minnesota se encuentra muy interesada en el escrito que sólo una de las hijas pudo ver alguna vez, y ofrece pagar una suma importante de dinero a cambio.

Berta, quién accedió al gran secreto, es la hermana del medio que se quedó en el casco centenario de la estancia, haciendo trabajar la tierra, encargándose de las finanzas del campo, y cuidando a Lidia, la hermana menor con un retraso madurativo, “la tonta”. Mientras tanto Memé, la hermana mayor, con un estilo de vida excéntrico y parisino, se alejó de la estancia y se dedicó a viajar por el mundo haciendo crecer la fama de su padre, logrando importantes publicaciones, reediciones y otras victorias en el campo editorial.

El vuelo de la mosca -texto del dramaturgo Mariano Saba que ganó el Primer premio 2012 del Concurso Roberto Arlt IUNA/Argentores- habla de ese movimiento constante y ruidoso que acecha desde afuera. Las miserias de la familia se irán develando en un atardecer que muestra los primeros relámpagos de la tormenta que se avecina.

Rath llega al campo, invitado por su amante Memé, para finalizar el trámite de la compra del poema. Es un hombre alto y rubio de impecable traje beige con un constante gesto inquieto y adulador. Ambicionando llevar a Memé a París con el dinero ganado con la venta, intenta manejar a las mujeres como títeres, pero no lo logrará, ellas se defienden, la mayor desde la seducción, Berta desde la razón, Lidia desde la locura. Este juego de disputas y alianzas se construye sobre la clásica oposición entre el campo y la ciudad. La tierra lejana representa lo mítico, legendario, el trabajo duro y la sumisión a las condiciones cambiantes del campo; mientras que la ciudad representa lo racional, evolucionado, la victoria por sobre la naturaleza. Al igual que la progresiva expansión de los centros urbanos que crecieron a expensas del campo y de sus recursos materiales y humanos, Memé consume con ligereza el dinero que Berta le envía, producto de la labor de las tierras. Cuando ese ingreso se extingue la ambición de la mayor de las hermanas la empuja a intentar vender el poema a cualquier precio, pero Berta se niega rotundamente por considerarlo impúdico e indigno de ser publicado ya que no representa el real estilo del difunto escritor. Dos extremos, mediados por la locura de Lidia que revolotea por la sala escupiendo frases incoherentes que escucha y repite sin cesar.

Delio, el capataz de la estancia, conocido como “el mudo” por su escasa comunicación, ingresará en escena para hablar finalmente de los misterios de esta familia tradicional en decadencia. Los secretos ocultos salen a la luz en forma fragmentada, como retazos, frases impúdicas similares a las letras del poema paterno, cuya mano -sabremos después- no sólo se ocupó de tallar el papel.

La puesta en escena de Analía Mayta es una recreación perfecta de un casco de estancia, con todos los detalles campestres necesarios para que el espectador logre entrar en ese universo, incluso el aire vehiculiza un perfume a vela quemada y alfalfa. Se destaca la actuación de Luciana Cervera Novo en el papel de Berta, construyendo una tensión en sus gestos que va aumentando a través de silencios colocados en los momentos justos. Asimismo, la representación de Mariángeles Bonello como Lidia es destacable en la medida en que sostiene el rol de la outsider, como un subtexto que está más allá del diálogo de los otros personajes.

Sin poder resolver la disputa por la venta del texto, y sin más ingresos a futuro, Berta se muestra decidida a vender el campo para finalmente poder descansar. Imagina incluso un incendio de todas las tierras, que genere tanto humo como para llegar a la ciudad, no sólo para intoxicar a los citadinos sino para espantarlos, para desviar a todas las moscas que acechan desde afuera sobre el cuerpo infecto de una familia en agonía.


Dramaturgia: Mariano Saba

Actúan: Matías Bertiche, Mariángeles Bonello, Luciana Cervera Novo, Guadalupe Iturbide, Alejandro San Juan

Vestuario: Ana Julia Figueroa

Escenografía: Belén Pedernera

Diseño de luces: Mariano Arrigoni

Audiovisuales: Andres Chenaut, Diego Lescano

Sonido: Facundo Focke

Fotografía: Evann Violeta

Diseño gráfico: Guadalupe Alessia

Asistencia de dirección: Natalia Pascale

Prensa: Thelma Demarchi

Producción: Matias Bertiche

Dirección: Analía Mayta

Sala: Teatro La Lunares (Humahuaca 4027, CABA) – Sábados a las 20:00. Hasta el 3 de diciembre.

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