Una casa de clase media con estilo nórdico: living, comedor, dormitorio, en una prolija síntesis en las que todos los muebles se encuentran unidos. Del mismo modo, la vida de las cuatro mujeres de distintas generaciones que protagonizan Los Milagros está irremediablemente unida. Ernestina Ruggero en el rol de la abuela, Carla Fonseca como la madre, Martina Juncadella como la hija y Laila Maitz como la amiga de la hija.
El nombre de ficción de la hija coincide con su nombre real. Y no es de extrañar, ya que la obra plantea un juego constante entre lo real y lo ficcional. Los momentos narrados son “reales” pero con una vuelta de tuerca: son teatrales, exagerados, propios de una telenovela. Martina es quien lleva la narración, contando en tono novelesco sus propias impresiones sobre el vínculo familiar: lo que odia de su madre, la forma en que su padre sabe estar ausente, peleas matrimoniales, el pasado amoroso de su abuela. A su vez, existe otra conexión con la realidad entre actrices y personajes: Carla y Martina son realmente madre e hija –es de destacar el momento en que ambas comparan sus piernas de frente al público, generando un magnetismo muy particular, por el que el espectador no puede dejar de notar el parecido- y Laila es de hecho amiga de la infancia de Martina.
De este modo, la obra se acerca a la estética del biodrama, género teatral que se caracteriza por poner en escena las biografías de las personas, generalmente de sujetos anónimos con historias comunes. Pero a su vez se aleja, en la medida en que se trata de actrices, y sus diálogos no provienen necesariamente de situaciones reales sino de ficciones noveladas, exageradas, distorsionadas.
Los Milagros es una obra sencilla e interesante, cuyo acierto radica en no intentar ser una puesta consumada. Se trata más bien de un campo de experimentación artística estimulado por una historia cotidiana; de fragmentos, pequeños relatos de situaciones familiares, similares a los capítulos de la novela que podemos ver todas las noches en la televisión. Y justamente el medio televisivo es el fin y no sólo un recurso escénico. La pantalla chica nos permite observar aquellas vidas que quieren ser contadas: vemos lo que le sucede a Martina y a su vez lo que está pensando, hilvana con su relato todos los sucesos desde su particular punto de vista, y al mismo tiempo somos testigos de sus pensamientos más íntimos. De hecho, el comienzo de la obra condensa toda la propuesta estilística de la directora Agostina Luz López: una tv en escena transmite las imágenes de una niña un tanto caprichosa que quiere que su mamá le preste atención. Los Milagros es su oportunidad de protagonizar su historia.
Elenco:Martina Juncadella, Carla Fonseca, Ernestina Ruggero, Laila Maltz
Vestuario:Sofía Berakha
Iluminación:Jorge Ferro
Escenografía:Mariana Tirantte
Aportes coreográficos:Eugenia Estévez
Colaboración artística y montaje:Joaquín Aras
Vestuario y Arte:Denise Groesman
Cámara y Fotografía:Luis Sens
Sonido:Andrés Polonsky
Asistencia de Dirección y Producción:Natali Aboud
Prensa:Marisol Cambre
Texto y Dirección:Agostina Luz López
Duración:60 minutos
Sala:Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551, CABA)
Funciones: Martes y miércoles a las 21:00. Hasta el 26 de octubre.
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