J. Timerman, la nueva creación de Eva Halac, forma parte de un ciclo de obras que la dramaturga ha dado en llamar ficciones reales. Luego de haber presentado Café Irlandés, obra en la que reunían las figuras de Rodolfo Walsh y Tomás Eloy Martinez, en esta nueva propuesta aborda al mítico creador del diario La Opinión Jacobo Timerman, y a su alter ego, el General Alejandro Lanusse.
La acción transcurre hacia finales de 1971, momento en el que la hija del general está por contraer matrimonio con un importante cantautor de la época. Los preparativos del evento se mezclan con las luchas políticas, la búsqueda del poder frente al pueblo, el oficio periodístico, los conflictos económicos, etc.
Lanusse intenta mantenerse neutro frente a los ataques de la guerrilla, de la oposición y de las líneas editoriales de los principales medios de comunicación. El General atraviesa una transición que va desde la firmeza y terquedad para mantener el mando hacia la conciencia de saberse carente del poder real, motivo por el que sueña con el llamado a elecciones. La reciente salida de la proscripción del peronismo agrava la situación, el fantasma de la vuelta de Perón sobrevuela la escena.
La concepción de esta realidad ficcionalizada está reforzada, desde la puesta en escena, por la idea de un universo político laberíntico y a medio hacerse. La década del ’70 encierra una utopía colectiva que ha marcado la historia. Los sueños y aspiraciones de la juventud de la época, el deseo de una revolución política y social, la figura del Che Guevara convertido en un héroe mítico, el socialismo y la lucha armada afines a La Opinión, entran a jugar como circunstancias que influencian la trama.
En un escenario organizado de manera no convencional, con las gradas del público a ambos lados, los actores se mueven entre vallas de obra que se desplazan, pudiendo generar entradas y salidas distintas en cada escena. Los personajes deambulan en ese laberinto en construcción que hace carne la frase que una y otra vez repite el creador del diario: siempre hay dos lados, para todo. Dependiendo de dónde esté sentado los espectadores, puede percibir distintos gestos y acciones del mismo suceso. Los telones despejados exponen la sala del Centro Cultural San Martín en todo lo que tiene de real y concreto.
Debido a las publicaciones opositoras al régimen militar al frente del poder ejecutivo, el diario pierde lectores. La distribución, manejada por ese gobierno, sólo lo lleva a barrios carenciados en los que no se lo lee. Timerman se jacta de tener un diario progresista, cuyos lectores son universitarios de Barrio Norte. Se considera a sí mismo y a los redactores del periódico, como parte de un grupo minoritario, que cuenta con el privilegio de la palabra y la posibilidad de escribir, para no responder con violencia a la violencia recibida.
Esa concepción del rol de su medio de comunicación, sumado a una gran astucia para los negocios, lo convierte, en el transcurso de la obra, en un personaje que hizo de su terquedad su marca registrada, volviéndose tan heroico como temible. Sin embargo, su figura encierra cierto rasgo de paternidad a la vieja usanza hacia sus colaboradores. Es muy interesante el vínculo que establece con el joven periodista Julián Sorel. Un muchacho rebelde que se está construyendo a sí mismo en el oficio. Timerman le hace devoluciones muy duras, lo corrige y lo fuerza a romper sus propios escritos, intentando así sacar lo mejor de él.
Halac juega con el límite entre persona y personaje. ¿Jacobo Timerman fue realmente como el hombre que vemos en escena? ¿El agente de la CIA, a cargo de la seguridad del casamiento, fue realmente el asesino del Che Guevara? ¿Existió una relación tan cercana entre el empresario periodístico y Lanusse? ¿Pudo un simple periodista infiltrarse en un evento social sumamente custodiado en esa época?
El poder de la ficción invade la realidad. J. Timerman sugiere que la realidad es posible de ser comprendida a partir de un relato ficcional. Si la realidad es aprehendida en tanto que se recorta, y todo recorte es ya ficción, ¿no estamos acaso caminando en una gran telaraña que nos relatan?
Autora:Eva Halac
Dirección:Eva Halac
Productor:Rocío Gómez Cantero
Elenco:Guillermo Aragonés, Leonardo Murúa, Carlos Scornik, Cristian Majolo, Mucio Manchini, Juan Pablo Galimberti, Gregorio Scala
Escenografía:Micaela Sleigh
Música Original:Gustavo García Mendy
Vestuario:Micaela Sleigh
Iluminación:Miguel Solowej
Asistente de escenografía y Vestuario:Merlina García Brunelli
Asistente de dirección:Jennifer Aguirre Woytkowski
Diseño Gráfico:Andrea Torti
Prensa:Octavia Comunicación
Prensa del CCSM:María Sureda
Duración:75 minutos
Sala:Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551, CABA) – Jueves, viernes y sábados a las 20:30; domingos a las 20:00. Hasta el 9 de diciembre.
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