Al ingresar a la sala el grupo de actrices y un actor nos esperan en fila, parados mirando al frente. Una vez acomodados en nuestros asientos nos advierten que “lo que viene ahora es teatro y no lo crean demasiado”. Así establecen el quiebre entre la realidad y la ficción. A continuación se despojarán de sus ropas de seres verdaderos y se pondrán sus trajes de personajes.
En un viejo hotel un grupo de mujeres y un hombre conviven difícilmente. Una madre con sus dos hijos, una chica y un chico, es la ex pareja de la dueña del hotel, quien a su vez está actualmente conviviendo con su nueva conquista. El cuadro se completa con la presencia de la mucama y cocinera del lugar que establecerá un vínculo amoroso con el hijo de la primera. Si hasta aquí la trama parece enredada y pasional, es porque estamos ante la estructura tradicional del melodrama. Entradas y salidas constantes, gritos, peleas, susurros, risas desenfrenadas, encuentros secretos, engaños, muertes y embarazos, se hacen presente en la poco más de una hora de duración de la obra.
Tajada rinde culto al estilo del realizador cinematográfico Wes Anderson en el film El gran hotel Budapest, narrando un mundo interno que puertas adentro es sumamente ficticio pero creíble. Ese universo es de una gran belleza. El escenario cuenta con diferentes niveles y focos de atención y, ayudado por la iluminación, se transforma lo suficiente para transmitir las emociones desbocadas de sus protagonistas.
Pero más allá de su riqueza visual, Tajada hace explícita la forma del melodrama para contar una historia que escapa a toda norma: el amor entre mujeres. Se ríe de sus formas y sus excesos de tal modo que la teatralización carnavaliza los cimientos de la sociedad patriarcal con sus roles y rituales específicos, como acto de exorcismo y purgación simbólica. Algunos personajes llevan la voz cantante en su pérdida de prejuicios, mientras que otros ridiculizan la figura estereotipada de mujer trabajadora, buena compañera, excelente ama de casa, deseosa de matrimonio e hijos. En quien se arraiga este rol de manera más clara es en la mucama. Todos los huéspedes elogian su delicadeza y docilidad, pero sobre todo en lo que respecta a la cocina. De este modo, establecen para ella un lugar único en el mundo, entre hornallas y pastelitos.
Estos universos encarnados por personajes antagónicos muestran que las mujeres viajadas, experimentadas y libres son quienes están indefectiblemente lo más lejos posible de la cocina. Por eso aquí, la eficaz apuesta de los dramaturgos Carolina Mazzaferro y Joaquín Sesma es hacer foco justamente en este conflicto de base, para desmentir el viejo cliché de que quien se ocupa del sabor está del lado opuesto del saber, la esfera doméstica relegada de la cultural.
Otro cliché que Tajada se encarga de desmentir.
En el melodrama tradicional los personajes están claramente dividos en buenos y malos, y no tienen al alcance la elección. Están moldeados de esa manera, por certezas o evidencias que no sufren ningún tipo de contradicciones. Y es por eso que el espectador logra identificarse fuertemente con ellos.
Tajada rompe con esta tradición haciendo uso de sus propios elementos. Los personajes están encarados desde el registro melodramático pero mantienen una distancia crítica consigo mismos. La suficiente distancia para ver que no hay lugares estancos para ningún de ellos. Los buenos se vuelven malos y viceversa, el hombre que lleva alegremente sus zapatos de taco desea a la mucama, la dueña del hotel no logra elegir un amor, la muchacha joven cree que le gustan los hombres pero se ve seducida por la nueva pareja de la propietaria.
Una obra que arrasa con muchos preconceptos y, sobre todo, con la risa cómplice del público, que ve como en un espejo todos los estereotipos a los cuales creemos que debemos adaptarnos.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Carolina Mazzaferro, Joaquín Sesma
Actúan: Camila Brogliatti, Carolina DI Meglio, Carolina Mazzaferro, Maite Rodríguez Chietino, Constanza Rulli, Joaquín Sesma
Diseño de maquillaje: Francisca Solari
Diseño de peinados: Francisca Solari
Diseño de vestuario: Carolina Sagastume
Diseño de escenografía: Chiara Severi
Diseño de luces: Moshe Maya Duarte
Diseño De Sonido: Agustina Curci
Realización de escenografia:
Brenda Hirsch, Julio Hirsch
Fotografía: Gabriel Riesco
Ilustrador: Lu Calcagno
Diseño gráfico: Joaquín Sesma
Asistencia de escenario: José Felix Llomplat
Asistencia Vocal: Paula Naanim Telis
Asistencia musical: Paula Naanim Telis
Asistencia de dirección: Francisca Solari
Producción: Carolina Mazzaferro
Dirección: Tamara Belenky
Sala: Espacio Sísmico (Lavalleja 960, CABA) Domingos 21:15hs.
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