Una anciana, una chica misteriosa y un asno representan la última tarde y el deceso de una persona. Hay muertes graciosas, trágicas, inesperadas, largamente meditadas, hay miles de personas y muchas maneras de morir.
Constanza muere es una obra escrita y dirigida por Ariel Farace, surgida en el año 2013 a partir del encargo que le hizo el Centro Cultural de España en Buenos Aires de una adaptación teatral libre basada en La Ilustre Fregona de Miguel de Cervantes. Para esa ocasión la pieza se llamó sólo Constanza, pero luego el autor profundizó otras líneas de trabajo relacionadas con los vínculos que establece la obra con lo musical y lo literario.
En el escenario hay desparramados muchos objetos viejos y obsoletos. Revistas, vajilla, adornos de porcelana, floreros, una barra y zapatos de danza, emergen del suelo agrietado, como aquello que no quiere terminar de irse. La preciosa escenografía realizada por la escenógrafa y artista visual Mariana Tirantte refleja esas grietas que se amplían en la memoria, lo que olvidamos a medida que el tiempo avanza. Entre esos objetos camina la protagonista, intentando no tropezarse. Se trata de todo aquello que representa su vida y la identifica, tiene una conexión emocional con ellos y le cuesta dejarlos ir, aunque sólo estén de adorno y no los use.
Es domingo a la tarde, Constanza toma el té, riega su única planta, lee y busca diferentes formas de morir. Se pone a prueba ante la muerte para que su último acto sea aceptado y pueda descansar al fin. Pero lo interesante de la obra no son los intentos en sí, sino la idea de representar la muerte, una empresa imposible. La muerte no puede ser representada en tanto la persona que la transita no está presente para encarnarla, ya no está. Entonces el tema—no por antiguo poco interesante—de cómo representar la muerte en escena, toma una nueva significación. Aquí Constanza lo intenta una y otra vez, se desparrama, patalea, sufre, pero su acto no es aprobado por el personaje que la observa, una mezcla de hombre-asno-símbolo de la muerte, que la sigue a sol y sombra con una guadaña. Con fastidio y un poco de desesperanza, Constanza lo volverá a intentar para tener más suerte la próxima vez.
En esta ficción del deceso, no desentona el hecho de que la actriz principal sea una mujer menuda y flaca que finge una voz ronca y dificultades para caminar que a veces desaparecen mágicamente. Analía Couceyro interpreta magistralmente a la mujer, la lleva por caminos intermedios entre lo cómico y lo trágico, con una presencia escénica atrapante. Couceyro hace de anciana con una canosa peluca, hace de cuenta que se muere, finge tomar el té y finge que las galletitas de agua son masitas. Con la ayuda de la muchacha que toca el piano —una suerte de reflejo mudo de su infancia perdida —, repasa fotos viejas y se pregunta, y le pregunta al asno, dónde están muchos de sus seres queridos, ya que aquellos que murieron desaparecieron de las fotos.
En el espacio formado por el rectángulo de la alfombra —que le es indicado como lugar de representación— Constanza canta desaforada y alegremente Rasguña las piedras; se obsesiona con palabras que repite sin cesar; se pone poética y recita fragmentos del poema Lady Lazarus de Sylvia Plath (Morir es un arte, como todo/Yo lo hago excepcionalmente bien/Tan bien que es una barbaridad/Tan bien que parece real/Se diría, supongo, que tengo el don); reflexiona sobre la literatura, sobre los padres y, por supuesto, también sobre la muerte. Es un personaje que despierta una dulzura inevitable, con movimientos enérgicos y graciosos corre constantemente a regar su plantita, le grita que no se decaiga, que aguante y sea fuerte, mientras se apresura para llegar a ella.
A medida que el tiempo avanza todos los objetos del pasado acumulados se multiplican, para recordarle los años pasados en este mundo y cuántos más deberá convivir con la muerte, una amiga fiel que la acompaña siempre a la hora del té.
Ficha técnica artística
Dramaturgia: Ariel Farace.
Actúan: Analía Couceyro, Florencia Sgandurra y Matías Vértiz.
Vestuario: Gabriela A. Fernández.
Escenografía: Mariana Tirantte.
Iluminación: Matías Sendón.
Musicalización: Ariel Farace y Florencia Sgandurra.
Asesoramiento en danza: Susana Brussa.
Asistencia de dirección: Juan Manuel Wolcoff.
Co-producción: Festival Dois Pontos y Entre_espaço Cultural Sergio Porto.
Dirección: Ariel Farace.
Sala: En Timbre 4 (México 3554, CABA).
Funciones: Domingos 17hs
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