Comienzos de los años 80. Julio y Cecilia eran dos jóvenes novios que se llevaban el mundo por delante, compartían gustos y una banda de música. Julio aspiraba a ser docente de literatura, para poder repasar una y otra vez esos cuentos que tanto adora y recuerda. Inesperadamente, un día es citado para presentarse en el puerto para prestar servicio en la guerra de Malvinas. Cecilia intenta ayudarlo a través de las influencias de su padre militar, pero no logra contactarlo antes de que embarque. De allí en más todo se volverá confuso, y la comunicación entre ellos, imposible. Esa es la historia previa al reencuentro de estos dos jóvenes que vamos conociendo a través de sus dichos sobre el pasado, que se mezclan con reclamos, silencios, gritos y miradas perdidas. Es que Julio ya no es el Julio amante de los cuentos, y Cecilia ya no es la joven que ama ensayar con su banda.
De los héroes que no aterrizan en las islas de los cuentos se desarrolla por completo en el espacio del dormitorio de Julio, con una propuesta escenográfica bellísima, que enmarca perfectamente la sensación de extrañamiento y ensoñación que produce. Se reencuentran entre tres paredes blancas, con objetos pegados pintados también íntegramente de blanco, que representan todos los gustos e intereses del muchacho (máquina de escribir, zapatillas, teclado, cuentos, ropa, etc) que quedaron detenidos en el tiempo. Es el no lugar en el que aterriza Julio, desconociéndose en ese hombre que regresó de la guerra. Su novia lo busca con abrazos y miradas, pero él se encuentra perdido, inmerso en la herida imborrable que le produjo presenciar ese conflicto bélico, sin más herramientas que lo aprendido a través de la literatura. De manera mecánica, una y otra vez intenta repasar los pasos del héroe trágico, un patrón narrativo que se sucede a lo largo de la historia en narraciones y leyendas populares, y describe las diferentes fases del camino que lleva a un ser humano a encontrarse consigo mismo, el viaje interior. El héroe atraviesa un proceso de separación (la llamada a la aventura, en la que se le presenta un desafío), iniciación (comienza la travesía), y retorno (se produce luego de atravesar pruebas de vida o muerte, y la posterior recompensa).
Pero la historia real de Julio no logra parecerse a la de los cuentos, porque su regreso se ve frustrado y detenido. No retorna por completo a ningún lugar, ya que su vida se ve paralizada por un suceso más trágico aún: por esas cosas del destino, intercambió la mochila con su amigo mientras robaban comida, y luego él muere en el campo de batalla. Durante mucho tiempo los familiares de Julio creyeron que estaba muerto, y él prefería que así fuera, de hecho al regresar al hogar no quiso avisarle a su novia que estaba de vuelta. Cecilia se siente dolida y no sabe cómo leer entre líneas el comportamiento del muchacho, y donde ella ve el reflejo de un héroe, Julio ve un vacío existencial y una incongruencia entre la realidad y la ficción de los cuentos.
Luego de la guerra, sus identidades se reconstruyen de manera conflictiva y aleatoria, intentan dilucidar quiénes son ahora, a través de un diálogo textual y corporal exquisito en el que se abrazan, se distancian, se gritan, se persiguen, se aman y se odian por momentos. Con una gran carga emocional pero sin caer en el dramatismo exagerado, la dramaturgia y dirección de Pilar Ruiz en De los héroes que no aterrizan en las islas de los cuentos trae a escena la historia pocas veces contada de la intimidad de esos seres humanos, jóvenes de no más de dieciocho años que fueron empujados a una guerra absurda de la que no lograron regresar completamente.
Actúan:Juan Tupac Soler, Verónica Cognioul Hanicq
Diseño de escenografía y vestuario:Eliana Itovich
Realización de escenografía:Santiago Rey
Diseño de luces:Lucia Feijoó
Diseño gráfico:Juan Pablo Rodríguez
Fotografía y video:Ignacio Codino, Francisco Castro Pizzo
Prensa:Correydile
Producción:LugarOtro Estudio Teatral y Poética Resiliencia
Asistencia técnica:Bruno Quiroz
Asistencia de dirección:Camila Comas
Dramaturgia y dirección:Pilar Ruiz
Sala:Teatro Beckett (Guardia Vieja 3556, CABA). Sábados a las 23:00.
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