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Melina Martire

Una decisión vital

Lectura del libro Elijo Vivir de Sol Navarro. Un relato de resiliencia y autosuperación, en el que su protagonista, Elisa Forti, nos cuenta su historia de vida, las marcas que dejaron las guerras, y cómo se convirtió en corredora después de los setenta años.

Fotografía: Federico Cabello


Elijo Vivir. Elisa Forti, la nonna que corre salió a la luz en Abril de 2018 en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, donde tuvo gran recepción del público. En su corta vida lleva recorridas varias provincias, y ya fue presentado y vendido en Bolivia, Chile, Uruguay, y algunos países de Europa. Incluso pasó a formar parte de la biblioteca pública del pueblo natal de Elisa, en Como, Italia. En Mayo del año pasado fue reconocido en la ciudad de La Plata por la Camara de Diputados en el Día Mundial del Deporte, momento en el que también Elisa Forti recibió un reconocimiento a su trayectoria deportiva.

Alcanzar la propia cumbre. Esa podría ser la frase que mejor resume el primer libro de la periodista y escritora de Punta Alta, Sol Navarro. La historia que la autora narra es la de una mujer en la búsqueda de su cima.  Así como cada historia es única, cada punto de llegada también lo es. Existen cimas planas, muy altas, sinuosas, tapadas por la neblina, esquivas, clarísimas. 

Consultada por el proceso de creación y generación del material, Navarro nos cuenta que todos los fines de semana durante casi dos años visitó a la protagonista en su casa de Vicente Lopez. Café de por medio, Elisa fue contando su experiencia de vida a través de un esquema flexible de preguntas que le permitía intercalar anécdotas de su infancia con hechos más actuales como las competencias de aventura. El objetivo: que al finalizar cada encuentro, persistiera en el aire el trabajo y el pasado compartido, pero también el goce y las ganas de continuar. Así como sucede en las carreras en las que cada corredor pone a prueba su temple y su perseverancia, pero también toda su presencia física y su historia.

Finalizado cada encuentro, en el largo camino de regreso a casa, la autora tomó nota de las emociones que había visto, los movimientos de las manos y los ojos de Elisa, sus gestos de placer e incomodidad. Eso le dio un gran crecimiento a la narración, en la que podemos percibir todos los matices de la comunicación verbal puestos en juego en este relato.

Los numerosos encuentros se vieron atravesados por un embarazo muy deseado y complejo para la autora, del cual nació una nueva perspectiva para el proyecto y para su propia vida. Lo que sólo podía ser un libro biográfico, se convirtió en otro tipo de libro desde la óptica de Elisa, con numerosos e interesantes tonos.

En tanto correctora y redactora de revistas de deportes extremos, Navarro tuvo la oportunidad de ver a Forti en acción, y ahí comenzó la historia. La ovación y el cariño del público en la línea de llegada, junto con la energía de la longeva corredora, llamó su atención. Después de cruzarse en distintas carreras y de compartir ciertos espacios relacionados con el deporte, llegó la propuesta. Forti aceptó narrarle su vida, sin mayores referencias sobre la periodista, y ella se aventuró sin conocer los recovecos de su historia.

Fotografía: Lean Arló


Elisa Sampietro de Forti (más conocida por el apellido de su esposo solamente) es la protagonista de un relato en primera persona que Navarro eligió contar como testimonio de una vida. Un escrito lleno de esperanza y energía en el que se cuelan las amarguras que atravesaron a generaciones de migrantes. El relato traza un hilo invisible entre lo privado y lo colectivo. Forti va rememorando sus ochenta y tres años de vida mientras hojea un álbum de fotos desde el living de su casa. Pero no es el simple recuerdo de una simpática abuelita lo que hace interesante la lectura, sino el modo en que sus experiencias dibujan diferentes momentos económicos, políticos, culturales y sociales. Su origen italiano, los primeros años de infancia conectados íntimamente con el paisaje circundante, la segunda guerra mundial como un perverso compañero de la cotidianeidad, la amistad a través de los años, la partida a Argentina, el matrimonio, los hijos, la guerra de Malvinas, la vejez. Y, además, el reencuentro con la infancia y el juego gracias al deporte. A los setenta y dos años Elisa se inició como corredora de carreras de montaña.

La autora toma la voz de Elisa para contar cronológicamente sus pensamientos, emociones y sentimientos. No es casual que se trate de una mujer a la que le cuesta cada recuerdo dicho, exteriorizar lo vivido, e incluso se reconoce como una persona fría en lo expresivo, debido a su educación. A la hora de afrontar un hecho doloroso, la protagonista toma fuerzas, sorbe el té, mira el cuadro pintado por su padre, reflexiona consigo misma. Por eso Navarro, si bien se basa en los encuentros y entrevistas a Forti para narrar su historia, ocupa su voz en tanto testimonio de esa vida.

Testigo es aquel sobreviviente de la experiencia que puede, por lo tanto, dar cuenta de ella ante otros. Pero justamente por ser supervivientes no pueden testimoniar integralmente. El testigo perfecto es aquel que ya no está.  Sin embargo, el no ser testigo integral es lo que le permite al testigo hablar. Una reflexión que conlleva implicancias filosóficas y lingüísticas muy interesantes, más allá de su campo de análisis. La cuestión del testimonio, en definitiva, pone en relevancia su fuerza de referencia, su capacidad de dar cuenta de aquello que falta. El testimonio interroga a las lagunas de la memoria. En el texto conviven la Elisa que rememora y la que habla sobre cómo se siente rememorar.

La historia de Elisa Forti es el sujeto de la enunciación que no puede auto-enunciarse. Un sujeto como campo de fuerzas tironeado por la memoria y el olvido, que la autora logra narrar gracias a una recuperación esencial, su cuerpo. Todo el relato a lo largo del libro va acompañado de imágenes del álbum personal de Elisa pero también de fotos de su presente, de ella sentada en el living desde el cual se construye ese relato, fotos tomadas por el fotógrafo Lean Arló. Un registro de la experiencia que porta su cuerpo. Las imágenes no son un anexo de la historia, sino que acompañan y dialogan con la misma. Representan las sensaciones de la autora al entrevistar a la protagonista.

Así, en el libro, en tanto narración, tenemos a la voz testigo de la autora narrando a Elisa y, en tanto objeto, tenemos las fotografías de un cuerpo-testimonio, el relato de su vida escrito en el cuerpo. 

Es una historia lineal, pero la memoria tiene un formato circular y sigue un camino sinuoso. La manera en la que Elisa construyó una amistad duradera con su compañera de infancia, el reencuentro en Argentina con ese chico que quiso en Italia, la vuelta a su país natal acompañada de sus nietos, hablan de un tránsito vital que aún continúa.


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