Pequeño relato con el que finalizamos el mes de los Horizontes en Revista Colofón, Melina Martire e ilustra María Lublin.
A cinco libros por semana, son doscientos cuarenta por año, y si calculo los sesenta años de lectura que tengo disponibles en mi vida, son catorce mil cuatrocientos en total.
Dijo el hombre, parado frente al puesto de libros en el que yo estaba tratando de vender mi Crimen y Castigo de edición berreta y letra minúscula.
Parecía un asiduo cliente del lugar. Hablaba mucho y rápido, hacia cálculos sobre todas las posibilidades de su vida. Cuantos textos iba a escribir, cuánta plata iba a ganar, cuántas veces mencionaría la palabra campo en sus escritos.
Supe que le decían Rober, por un comentario del librero. ¿Rober qué trajiste hoy? ¿Tenés más de esos que terminaste de leer y traes para intercambiar?
Rober detuvo de golpe las cuentas y me clavó la mirada, mientras yo revolvía el cajón de saldos. ¿Sabés quién soy yo, no?. Traté de pensar algunas buenas opciones para arrojar a la altura de su imaginación, como Marlon Brando, Sinatra, o Churchill, pero me trabé.
Soy Roberto Bolaño querida. Sí claro, como no. Ni sus lentes eran redonditos, ni estaba fumando, ni tenía el mismo tono de voz. Yo tendré diecisiete y no leeré veinte libros por semana, pero éste es otro fabulador que le robó el horizonte de expectativas a un escritor.
No dije nada, agarré las monedas que me dieron por Dostoievski, y me fui.
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